Siempre he pensado que la competencia (no tóxica, obviamente) es algo muy útil,
y es que en cuanto a videojuegos, tener varios sistemas sanos con un éxito relativamente
cercano conviviendo en una generación, suelen hacer a la misma bastante más interesante.
cercano conviviendo en una generación, suelen hacer a la misma bastante más interesante.
Si esas varias consolas venden bien, más juegos tendrán, y más soporte reciben
al intentar no ceder terreno a su "rival". Una idea algo lógica y simple pero
que ayuda al consumidor, osease, a nosotros. Más juegos, más descuentos, etc...
Aunque esa linea de pensamiento es más sobre las consolas hogareñas.
Y en realidad la mayor parte de las veces lo que ocurre es que un sistema consigue mucha ventaja y los otros se quedan con migas.
Y en realidad la mayor parte de las veces lo que ocurre es que un sistema consigue mucha ventaja y los otros se quedan con migas.
En el mundo que nos toca vivir, Nintendo domina el sector de las portátiles,
y lo lleva haciendo desde la invención de las Game & Watch.
Eso no quiere decir que no hubiera rivales, claro.
Compañías como Sega, Atari o Sony han intentado conseguir un trozo de ese
delicioso pastel, con diferentes tácticas e ideas, y diferentes grados de éxito (o fracaso).
...Excepto en la Sexta Generación.
Por varias razones nadie quiso intentar subirse al carro del mercado portátil,
dejando vía libre a Nintendo para nuevamente conquistarlo con el cacharro
con menos rivalidad de la industria a mi parecer, la Game Boy Advance.
Quiero decir... A menos que alguien quiera contar la N-Gage como rival.